lunes, 1 de julio de 2013

Travesía Rosario a San Isidro. Kayak.




Travesía Rosario – San Isidro.
Distancia: 303 km
Desde playa norte de Rosario hasta el Club Tribunales de San Isidro sobre el Río de la Plata.
Época:  junio de 2013, época invernal.
Velocidad promedio calculada en todo el viaje: 8 km/h





Día 1
El sábado 15 de junio partimos desde Martínez con una combi los tres integrantes, Juan Marcial, Rafael García y yo, Antonio González. La logística sería llevar el tráiler con la combi y dos kayaks, un Asiak Albatros doble y desarmable en el que iríamos Juan y Yo, un Neko en el que iría Rafael García. Planeamos que  Adrián Corona nos acompañara desde Lima, el vendría en su single Necky Looksha que pasaría a manos de Juan y Adrián iría en el doble conmigo.
Partimos a las 5 30 hs am, durmiendo durante el viaje y arribando a la costanera de Rosario a las 8 30 hs. La combi vuelve con el tráiler y quedamos con la sensación de haber quemado las naves, el único camino para volver sería río abajo y remando.
 Nos bajamos frente a la guardería Cocodrilo de Pepo Cano. Armamos los botes y nos fuimos a tomar un café con leche y medias lunas a un bar que estaba a metros de nosotros.
Día nublado y frío. Luego de desayunar por segunda vez en el día, nos dirigimos a los kayaks y nos encontramos con Pepo Cano con quién nos saludamos y charlamos un rato. Nos acompaña junto a dos amigos hasta pasar el puerto de Rosario a partir de allí seguimos los tres por nuestra cuenta.
La meta era el primer día llegar hasta el Náutico de Arroyo Seco. Pepo nos había advertido de zonas para evitar en las afueras de Rosario por lo que seguimos sus instrucciones. Un viento frío y con algunas gotas no presagiaba nada agradable. Finalmente arribamos y solicitamos amarra de cortesía a lo que accedió el vicepresidente del club muy amablemente. Vaya mi reconocimiento por su amabilidad.
Llevamos un carrito desarmable de construcción propia y que nos fue de mucha utilidad todo el viaje. La secuencia era siempre similar:
-        Solicitar permiso de bajada;
-        Ponerse ropa y calzado seco por el frío de la época;
-        Alivianar un poco los botes descargándolos de lo más pesado y luego llevarlos hasta el lugar de acampe con el carrito.
-        Armar las carpas y  el equipo interno.




































Luego de una reparadora ducha, nos dispusimos a preparar la comida de montaña en sachets. Esto demostró ser lo más práctico, nada de llevar cosas para preparar, tiempo ganado con poner en una olla agua a hervir y tres sachets dentro para calentar, teniendo especial cuidado en colocar algo en el fondo de la misma para que no toque directo el plástico del sachet con el fondo ya que se puede dañar por el calor tan directo o al menos manchar el fondo de la olla.
Para calentar, utilizamos un calentador Primus Onmifuel, con una botella de combustible líquido y Dixilina Nro 6 como tal y nos alcanzó para ocho días en todas las comidas y calentar agua para todas las infusiones para tres personas, elegí una botella de 1.5 litros de capacidad.
Partimos con agua mineral en botellas de dos litros y consumimos a razón de tres litros por día por persona. Para calentar los sachets de comida, utilizamos agua de red local o del río. La olla de la marmita es de acero inoxidable, de las marmitas que fabrica Sebastián Vazquez, otro kayakista. La pava para calentar agua es de origen externo, de aluminio pero con virola en su base para forzar el paso de la llama y el calentamiento, aprovechando mejor el combustible y nos dio excelente resultado.
Es un tanto tedioso portear los kayaks hasta el lugar de acampe, a pesar del carrito. Es que en los clubes, los lugares de acampe por lo general están alejados de la zona de desembarque. Por eso al tercer día alternamos parando en una isla.
Me explayaré un poco sobre el equipo utilizado para época invernal, ya que en épocas cálidas, todo sirve pero la inversa no es válida.
Calentábamos agua y llenábamos dos termos de acero inoxidable en cada salida por la mañana, uno con agua para la sopa instantánea del mediodía y otro con té o mate cocido para las paradas, todo esto nos vino excelente para el frío para tres personas.
Finalmente vino la primer noche de descanso. Utilicé una carpa tipo de montaña, Peak Domino para dos personas pero baja, entraba cómodo adentro con parte del equipaje. En época fría es bueno poner a resguardo de la noche la ropa a ponerse al otro día, para evitar que se congele con la helada, sobre todo la campera de travesía y el cubre. Algunas cosas más mojadas, en el alero de la carpa.
Dentro de la carpa utilicé una colchoneta autoinflable de 38 mm de espesor, en mi caso, una Thermarest Prolite 4, pero puede ser alguna como Nexxt en ese espesor o de 50 milímetros, que son más económicas que las primeras. Una colchoneta de 24 milímetros de espesor, hará que durmiendo de costado la cadera sienta el piso y será muy incómoda la noche. El poliuretano actúa como aislante de cámaras que se mantienen con aire caliente que le cede el cuerpo. Para nada es aconsejable utilizar colchones inflables de supermercado, se pinchan muy fácil y tienen mucha pérdida térmica por los laterales, además de ocupar mucho espacio de transporte y ser difíciles de inflar, requiriendo muchas veces, un inflador que es otra cosa más para llevar.
La bolsa de dormir es de duvet, considerando que un día hizo -4 C a la noche, estuvo perfecta. Cada noche que se pueda dormir bien, es una noche ganada. Si se pasa frío, es una noche de sufrimiento. También se puede utilizar una bolsa de menor prestación pero adicionando una bolsa o manta interna de polar. Existen bolsas de dormir internas de este material, muy pequeñas empacadas que permiten ajustar en unos grados menos un equipo de dormir no de duvet y de paso, en medio tiempo, puede utilizarse como única bolsa.
En invierno no es aconsejable poner el cubre como tapa ciega de los kayaks a la noche ya que al otro día aparece congelado y eso no es bueno para la salud. No cuesta nada llevar un cubre ciego y mantener de esta forma a resguardo el interior del kayak de todo tipo de insecto o animal peligroso.
Volviendo al hilo de la travesía, al otro día amaneció con mucha niebla y frío. En esta época el sol sale a las 8 am y se oculta a las 18 hs. Hay que programar los tramos de forma que considerando una hora total de parada, con media hora para almuerzo y otros dos tramos de quince minutos en paradas de descanso, se pueda llegar con luz solar. Esto no da para más de seis horas en total para tener tiempo de acampar, cambiarse, armar y desarmar el equipaje de los botes. No se puede parar demasiado durante el día, ya que comienza el enfriamiento. Buscar todos los reparos del viento posible en cada parada.


Amanece el domingo
Embarcando en Arroyo Seco








Día 2
Salimos de Arroyo Seco camino a el Náutico de Villa Constitución, un tramo no muy largo, pero a doscientos metros de salir, se desata tormenta con viento del oeste en rachas intensas. Rápidamente nos acercamos a la costa para buscar su abrigo y nos costó un poco de trabajo llegar. Bordeamos pegados a la misma para protegernos del viento. Todo el día resultó de viento frío y casi de frente, además de nublado.
Al llegar a la boca del arroyo Correntoso, desembarcamos a tomar una sopa y resultó la mejor sopa de mi vida. Unas galletitas y mate cocido y a seguir. Arribamos al Naútico de Villa Constitución, dónde fuimos recibidos muy cortésmente. Entre porteo y permisos de rigor, se nos fueron una hora y media. Nos facilitaron dormir en un pequeño gimnasio del sector de remo. Esto nos permitió poner a secar la ropa bajo techo. A la noche cocinamos en una de las cocinas del club los sachets de montaña y charlamos con gente muy amena del lugar.
La velocidad estimada de 8 km/h de promedio resultó muy adecuada para todos los tramos. En algunos momentos íbamos a 10.5 km/h, otros a 6 km/h y llegamos a ir a 14 km/h. Finalmente los cálculos de tiempos y distancias a recorrer fueron acertados con la velocidad promedio considerada y tomando en cuenta las paradas y el viento en contra en muchos tramos.














 

 







 







 













Día 3
Porteamos los botes a la playa de arena del Náutico de Villa Constitución y armamos el equipaje. Comenzaba a aparecer espacio en los kayaks por el consumo de las botellas de agua mineral.
Remamos con dirección al arroyo Yaguarón y su entrada, la Horqueta, camino a San Nicolás. Un viento intenso del oeste nos desanimó para llegar a San Nicolás por el Paraná directo ya que la última curva nos dejaría con viento de frente en un trayecto importante. Había olas interesantes por lo que nos acercamos a la costa y entramos en el Yaguarón. Tomamos algo caliente frente a la Iglesia y seguimos viaje dejando la ciudad atrás y pasando frente a Somisa que cada tanto largaba una nube de vapor de agua y un ruido intenso. Una vez pasado Somisa, otra vez de a poco, la paz.
Seguimos avanzando por un par de islas y decidimos acampar en la última isla antes de Ramallo. Elección acertada, nos adentramos unos cincuenta metros, desmalezamos con machete, armamos todo y encendimos una fogata de leña. Pusimos la ropa a secar. En la paz del lugar, se escuchaba a lo lejos el corazón de Somisa latiendo todo el tiempo. Tuvimos un poco de sol para disfrutar esa tarde en un par de horas.


 















 






 




 












Día 4
Partimos de la isla pasando por Ramallo a escasos kilómetros río abajo y camino a San Pedro, planeamos una escala en la Vuelta de Obligado. Pasamos la ciudad de Ramallo y el puerto y vimos que fue acertada la elección de bajar en la isla porque el náutico se mostraba como poco práctico para bajar y encima seguir porteando los kayaks.
Algunos barcos cargueros nos adelantaban durante la jornada. Especialmente uno produjo unas olas que debido tal vez a la poca profundidad hizo que barrenáramos de lo lindo.
Comenzó a girar el viento, el cielo no se definía si abierto o cerrado y una tormenta se iba armando en el oeste. Nos pegamos otra vez a la costa para protegernos de viento, conscientes que disminuiría nuestra velocidad conforme nos alejábamos del canal principal pero era la elección constante, menos expuestos pero también menor velocidad.
Llegando a la Vuelta de Obligado, el viento helado y la tormenta habían sacado de la costa camalotes que estaban a la deriva en el cauce. Con viento de frente arribamos a Obligado. Tomamos algo caliente y aproveché para entrevistarme con la cuidadora del monumento de la gesta. Habíamos donado una bandera para el mismo en agosto pasado, cuando fuimos con Rafael, Dolores, Edelweiss y Mercedes. Nuestra bandera aún estaba, pero la guardaban para grandes ocasiones, le habían dado una bandera chica y dañada y le dijeron que utilice la misma hasta que se rompa para luego utilizar la que donamos. De aportar una nueva en forma oficial, ni hablemos.
Seguimos viaje camino a San Pedro y su arroyo de acceso en una tarde destemplada. Ahora íbamos a 14 km/h, llegamos en muy poco tiempo al arroyo de entrada para San Pedro. Unos perros hacían caso omiso del frío y se empeñaban en defender su territorio de intrusos, amenazando con tirarse al agua para venir por nosotros. El frío comenzaba a hacer efecto en los ánimos. Finalmente nos recibió el Club Náutico de San Pedro y nos llevó un buen tiempo llegar hasta el lugar de acampe. Allí para proteger el campamento del viento, armamos las carpas al costado de un edificio en cruz.
Rafael tenía la teoría de que al menos cada cuatro días de remo, había que tomar uno de descanso para recomponerse. Con Juan preferíamos seguir adelante al día siguiente, pero decidimos acompañar a nuestro compañero en su parecer. Luego de una ducha caliente, fuimos a la noche a comer pastas a la ciudad, en un lugar llamado La Posta, comí la mejor lasagna que recuerdo.
Dolores Urdampilleta me envíaba mensajes de que se venía una ola polar para esa noche y que nos preparemos. Adrián Corona, a quien agradezco de alma, me pasaba una vez por día, el parte meteorológico con el resúmen de los vientos, que era una de las cosas que más me interesaba. A la vez, este querido amigo, me informa que no podrá sumarse al viaje en Lima según lo previsto por haber pescado una gripe importante. Una lástima.
Amanece todo helado. Al abrir la carpa, caen copos de helada que parecía nieve, del sobretecho. No sólo se congela el exterior, sino la condensación de la parte interna del sobretecho. No hay tiempo para secar la carpa, salimos luego de guardar todo camino a Baradero y  Alsina y después de habernos tomado un día parados en San Pedro.



















Día 5
Salimos del Náutico de San Pedro camino al arroyo Baradero. No fue una elección interesante, pocos lugares para parar ya que todo es privado y mucha gente pescando, el paisaje monótono y aburrido. Pero al menos, un poco más protegidos del frío y el viento. Acortamos algo de camino en este arroyo, por el Paraná nos hubiese llevado al menos un día adicional de marcha debido a lo corto de las horas de luz en esta época.
Nos encontramos en el camino con los kayakistas de la agrupación El Submarino, grandes amigos. Luego paramos a tomar la deseada sopa al mediodía en Baradero, del lado opuesto a la ciudad a campo abierto.
Partimos hacia Alsina. Vemos al costado del río una mujer con un bebé en brazos que nos hace señas, nos acercamos y nos dice que sus dos nenas se subieron a un bote y no pueden volver por la correntada y que por favor, las traigamos de vuelta. Unos quinientos metros adelante las encontramos, una de ellas de cuatro años llorando y la que “comandaba” el bote, de ocho años y sin fuerzas para mover una embarcación como esa. Nos arrojan un cabo y lo ato al doble y comenzamos con Juan a tirar contra corriente para llevarlas a su casa. Finalmente llegamos. Parece ser que se metieron con el bote del padre para alcanzar un balde plástico que se les había caído al agua, se lo alcanzaron a la madre y luego no pudieron volver, en fin, una madre inconsciente.
Llegamos al camping de Alsina pero decidimos no detenernos allí porque estaba colmado de gente pescando. Buscaríamos una isla tranquila más adelante. Solicitamos permiso a un lugareño que nos dejó bajar y acampar en una zona de árboles unos dos kilómetros más adelante. Fogata de inmediato para calentar los ánimos.
Era el 20 de junio, atamos unos remos haciendo de mástil e izamos la bandera.
Pasamos la segunda noche helada de la expedición. Todo congelado al otro día.












 








Día 6
Partimos con meta en Zárate. Luego de un tramo restante del arroyo Baradero, salimos al Paraná de las Palmas. Aparece el sol y nos reconforta.  A poco de andar, vemos la central nuclear de Atucha. Nos adelanta un carguero en una curva cerrada, vamos por la parte externa de la curva y luego de habernos pasado unos cientos de metros, comienzan a formarse unos desagradables remolinos en el agua, de unos siete metros de diámetro y medio de profundidad en el medio. Los esquivamos por las dudas, igual se forman casi instantáneamente sin dar mucho tiempo de maniobra, había que estar muy atentos. Luego no nos volvió a pasar, porque en situación similar, tomamos por la parte corta de la curva y allí no se forman estos desagradables remolinos.
Luego de la central atómica, paramos en una playa a tomar algo caliente y de allí seguimos a Zárate. Llegamos bien cansados al Náutico de Zárate, antes del puente. Otra vez a portear los kayaks con el carrito por todo el club y acampar.
Ducha caliente y sintiendo que ya estábamos en terreno conocido, daba ganas de llegar. Una foto del puente en la noche fría para el recuerdo.
























Día 7
Llevamos con el carrito los kayaks a la playa de arena del club y embarcamos. Pasamos por debajo del puente de Zárate viendo lo inmenso de la estructura y los pilares. Bastante recorrido aguas abajo del puente se siguen viendo los remolinos y turbulencias generados por los pilares del mismo pero no sentimos que nos afecte en la navegación.
Tomamos una curva hacia el puerto de Campana y el viento se hace muy intenso en contra, levantando algo de olas. Nos acercamos a la costa para tener reparo. Los olores de la destilería nos recordaba a los que aromas que podemos encontrar en algunas farmacias. Hacía bastante frío, con el cuello y la capucha de la campera de travesía, manejábamos bastante bien los cambios de sensación térmica. Buscamos dónde desembarcar a tomar algo caliente y decidimos parar en la playa de la balsa de Otamendi, lugar que Rafael ya conocía. Luego continuamos viaje hasta el club Belén de Escobar. Arribamos sin novedad. Allí preparamos un asado a la noche como para variar el menú.
Rafael decide dar por terminada la travesía allí y se pierde la posibilidad de completar todo el recorrido que habíamos planeado por muy poco, una pena.
A la noche, cuando todos se retiran, con Juan nos quedamos encendiendo una fogata en una de las parrillas externas y dando cuenta de las últimas existencias de Ballantines que nos quedaba.
Ya estábamos  en casa, sólo un tramo más, algo sencillo. No estaríamos tan acertados en eso.




















Día 8
Sabiendo que estábamos cerca de casa, nos tomamos muy relajados la partida. Hasta nos duchamos otra vez antes de partir. El resultado es que terminamos embarcando a las 11 30 hs. El Paraná de las Palmas estaba tranquilo, viento del este y buscamos el reparo de la otra costa. Poco más adelante vira el viento a sur oeste. Habíamos pasado ya el canal de la Serna y decidimos cruzar otra vez buscando el reparo de la otra costa. Viento y frío fue minando la resistencia pero divisamos la entrada al canal Honda a lo lejos por el parador que está allí. Llegamos a Fondeadero ateridos de frío, me pongo ropa seca para almorzar los legendarios ñoquis con estofado más un flan mixto y un café cortado pero nada nos hace entrar en calor. Me visto de nuevo con ropa de travesía y le sumo un par de pantalones calzas de abrigo. Una remera más y una shemagh o pañuelo del medio oriente que me envuelve toda la cabeza. Termino de cerrar mi blindaje anti viento con unas antiparras que me detengan el viento y agua en la cara. Allí si me siento bien, todo cambia para bien.
Navegación sin novedad por el Urión, salvo la tranquilidad de la falta de motos de agua por el frío. Cuando estamos llegando al San Antonio, Juan me hace notar que los barcos fondeados están mirando en sentido contrario al acostumbrado, o sea, que tenemos corriente en contra. Parecía que esto no terminaba más. Nos pegamos bien a la costa y avanzábamos a 6 km/h, comenzaba a bajar el sol, no aprovechamos bien el tiempo el último día por confiarnos de la cercanía a casa. Si no conseguíamos ganar terreno, tendríamos que cruzar el canal frente al club de noche y seguro que con este viento, habría olas. Comenzamos a forzar la marcha con lo que nos quedaba de fuerza. Llegamos al aguaje Julia y comenzamos el cruce del canal con sudestada y poca luz, por suerte había poco tránsito. Algunas olas barrían la cubierta mojando los cubres y las camperas.
Finalmente llegamos al club Tribunales de San Isidro con la última luz. Satisfacción y un abrazo con mi compañero Juan Marcial por haber cumplido la meta y en pleno invierno. El saludo de los Río Tinto que llegaron de la Solidaria y de los amigos y afectos.
Antes se ha hecho esta travesía, no sé si hasta San Isidro, pero espero que podamos sumar algo al conocimiento general habiéndola hecho en pleno invierno y aportando algún detalle técnico adicional.
Gracias a mis dos compañeros Juan y Rafael por este esfuerzo, como también a Dolores y Adrián que no pudieron venir a último momento pero con quienes estuvimos en contacto constante durante el recorrido.


Antonio González.